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TODAVÍA QUEDAN LOS MARRANOS

Publicado en por ALONTRIX

No fueron chucuris, ni chuchas ni zorros, además porque zorros por aquí no hay. Fuimos nosotros mismos, cuánta falta nos hacía una finca familiar donde descansar del ajetreado trabajo semanal que nudos nos hacía en las espaldas, nos estresaba tanto que nos enojábamos por todo como si la culpa la tuvieran nuestros hijos a quienes veíamos poco tiempo.

Primero fue el debate de cómo llamarla, Villa filial dijo Chuchín porque sería para nosotros, Villa amor dijo el hippie de la familia – cómo vamos con las escrituras y a nombre de quién quedarán- dijo el abogado. Si la abuela vivirá aquí que se llame como ella Finca La Leonor. Las mujeres de la casa hacían lo suyo, un fogón bien ardiente para almorzar y cocinar una buena gallina que se trajo del corral.

No le falta nada a esta finca,  tiene un corral lleno de gallinas, una cochera de cerdos, plátano, yuca, café, todo para que mi mamá se sienta bien y no pierda los quehaceres de la casa del pueblo, ustedes supieron que mataron a  Don Juan Liz, él que mató a Nicolás por celos porque lo encontró en el río con Alberto y también con el hijo de la Josefina. Fueron los mismos hijos de Salomón el cantinero, cobraron venganza porque Juan también se llevó al pobre que salió en defensa del Ricardo. Si ven por eso no tomen ustedes que con una cerveza ya quieren comprar peleas. El Ricardo estuvo a un pelo de la cárcel y todo porque él vio cuando mataron a Don Nicolás y él se quedó tranquilote todo borracho tirado en la cantina.

O sea tía que el abuelo Richard casi va a la cárcel y entonces ¿cómo se dieron cuenta de la verdad?

Juan mató a Salomón pues en un altercado porque quería que Richard saliera del calabozo y luego confesó que también mató a Niculiás ¿Vos recordás que le decían así? Y vivió libre porque en ese tiempo con cualquier dinero pagaban fianza o iban a la cárcel por poco tiempo y cuando salió de la cárcel, a los pocos días todo fue como si nada hubiera pasado menos mal que luego no la emprendió con su abuelo y este señor dejó las cosas así. Al pobre Juancho se lo encontraron los morenitos negritos que volvieron solo para matarlo y dicen que se quedaron en el pueblo, se quedaron y ese pueblo se volvió una locura gracias a Dios que a mi mamá la vamos a traer para que viva aquí.

Pero espere que la historia está interesante como para escribirla, cuándo confesó este tipo de ambos asesinatos, ¿El abuelo salió rápido?

Sí y salió flaco como vos, lánguido y ni más borracheras, le dieron un tate quieto que no volvió a tomar en su vida.

Pero volvamos a la historia tía, el señor éste mató al mozo porque lo vio con otro en el río y cuando lo iba a matar por celos, fue a la cantina y lo miró coqueteando con otro muchacho.

Sí y Ricardo se quedó quieto mirando todo y como no dijo quién fue lo encarcelaron, luego Salomón, el cantinero,  fue donde Juan a reclamarle y pedirle que se entregara para que liberaran a tu abuelo y ahí lo mató.

Y en ese altercado mataron a Salomón la gente se dio cuenta de todo y a los pocos días confesó todo y se le arregló la situa a mi abuelo. Ya entiendo. Creo.

¡Que sí hombre que sí! Hablando de tanta muerte ya me dio hambre y cuándo es que viene mi mamá?

 

La abuela llegó a los pocos días del pueblo, triste por haber abandonado su terruño y aunque no quería fue más fuerte la decisión de los tíos, las tías, mi mamá y los nietos que sabíamos que si la abuela volvería tendríamos finca. Somos cuarenta y tantos nietos de casi diez hijos, pobre mi abuela, diez hijos, con razón tantas hernias le salieron  de tanto pujar.

La familia empezó a agrandarse con gente que antes no habíamos visto y ante la noticia de que la abue estaba en una finca cercana ya las gallinas del corral empezaban a diezmarse. Cada ocho días sin falta la reunión era ver a la abuela, sus primas igual de ancianas la visitaban  con sus familias. A mí me daba vergüenza el corral que en pocos meses le quedaban solo las gallinas ponedoras, pero al poco tiempo ni gallinas ni gallos. Así que ellas tampoco se salvaron.

En uno de tantos paseos vi que ya no había gallinas sanas, sin químicos, gallinas de campo netamente con un buen sabor. Fue el auge de la mayor en la ciudad que no faltaba paseo de olla al río, visita y almuerzo familiar con gallina de la finca incluida. Y ni se diga de las primas que resultaron casquisueltas y embarazadas en su adolescencia. En la dieta después del parto, gallina para recuperar fuerzas.

Hasta que el corral quedó vacío.

Y ahora qué hacemos cuando llegue todo el mundo y estén a la espera de que cocinemos algo.

¿Y si no hay más gallinas?

Fue entonces cuando se escuchó una voz tierna que cambió toda preocupación, la voz de la abuela gritando:

¡Yo no voy a limpiar más la mierda de nadie!

 

 

¡Todavía quedan los marranos!

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